Recordamos a Susanne Hommel por su inolvidable anécdota con Lacan, quien con una caricia en su mejilla hizo del horror de la Gestapo un geste-à-peau [gesto en la piel] (ver video). Esta vez, un texto escrito también en primera persona, a partir de lo que enuncia como «la pérdida de una lengua cuando se ha emigrado del país de nacimiento» y de la prohibición respecto a que los alemanes víctimas, como ella, de los horrores de la guerra, se dijeran tales.
Nos traerá entonces tres anécdotas conmovedoras. La del hambre de una sobreviviente de Auschwitz, la de su propia huída de Dresde poco antes del bombardeo, y la de su primer encuentro con Lacan. Hommel se pregunta «¿Cómo separarse de esa posición de víctima, de un goce que se encuentra en el cruce entre el fantasma fundamental y las contingencias de la vida?», y ubicará que el franqueamiento de la posición de víctima se hace en la urgencia, en un corte. Para ella, muy tempranamente, la respuesta a lo atroz se encontraba en el psicoanálisis, y en el pasaje de una lengua a otra. «En instantes de corte, entre una lengua y otra, hay un arrancamiento respecto a ese goce de víctima. […] Es por esta vía que el sujeto encuentra su dignidad.»