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Marie-Hélène Brousse - Cuerpo sacralizado y cuerpos abiertos: de la existencia, cuestionada, de la piel (2012)

Reflexión sobre el cuerpo que se inicia a partir de sus impresiones sobre la película almodovariana “La piel que habito” y la constatación de que en la clínica actual nos confrontamos a una modificación de las prácticas del cuerpo. Puntualizando el avance del diagnóstico por imagen, de los trasplantes y donaciones de órganos, y de las prótesis en el campo de la forma, formulará su tesis inicial: el desarrollo actual de la ciencia produce una progresiva sustitución del término cuerpo por el significante órgano. Ubica entonces un pasaje fundamental del cuerpo sacralizado al cuerpo abierto. Aquí, el cuerpo sacralizado quedará equiparado al cuerpo adorado evocado por Lacan, el cuerpo como bolsa de piel, que “es la primera consecuencia del funcionamiento de lo imaginario”, la “forma ‘una’ del estadio del espejo”, la imagen como un todo que viene a recubrir los órganos, que son partes sin todo. Así, MHB afirmará que la piel, en tanto que fenómeno de discurso, era una barrera que preservaba la dimensión de lo íntimo, y hoy, en cambio, se ha vuelto un órgano como los otros, dando cuenta de que “el modelo interior/exterior es totalmente obsoleto para pensar la relación con nuestro cuerpo”, “la forma del cuerpo global ya no constituye un límite”. Y se preguntará entonces por la articulación entre este cuerpo sacralizado y el recorte del cuerpo y su funcionamiento.
En esta línea, y considerando que en la enseñanza de Lacan sobre el cuerpo la cuestión de la separación es absolutamente crucial, se referirá a la circuncisión como “instrumento clínico de la civilización”, como “laboratorio de la relación de lo simbólico con el cuerpo”, para demostrar cómo ocurre el tratamiento del lenguaje sobre el cuerpo adorado, afirmando que la circuncisión remite a una relación al Otro determinada por una pérdida del objeto a producida por el corte. Situará entonces dos incidencias de lo simbólico en el cuerpo: una de “eco”, otra de fragmentación, para señalar que la ciencia acentúa el recorte del cuerpo que produce el lenguaje. Se trata así de un retorno de la fragmentación, “lo que no quiere decir que la imagen en tanto que fascinum haya perdido su poder”, sino que se la hace funcionar “de acuerdo a la lógica del órgano”.
¿Qué viene entonces al lugar del cuerpo adorado? No es el cuerpo recortado, no es el órgano, es el objeto en tanto que resto, que desecho.” MHB indicará, finalmente, que considera que hoy hay un menor convencimiento respecto a la idea de que se tiene un cuerpo, y se cree más bien que se lo es, y que es por eso que “lo que vamos a adorar es precisamente el resto”, lo que escapará a este cuerpo que seremos, “es el objeto mierda en tanto que mejor representa la civilización. Este objeto conserva su poder de fascinación en un mundo que se convirtió en un mundo del saber del órgano, habiendo destronado a la forma única del cuerpo.

Éric Laurent - Lecturas del síntoma (2011)

Conferencia en la Sección Clínica de Rennes, cuyo eje son los problemas de lectura que suscita el síntoma, una vez que éste es capturado por la palabra. Nos recordará entonces que Freud apeló muy tempranamente a la diferencia entre la palabra y lo escrito, llegando a proponer en los años ’20 que el síntoma, en su particularidad, puede producirse en torno a errores de lectura, siendo ejemplo de ello el célebre caso del “brillo en la nariz”. Laurent ofrecerá entonces dos viñetas con las que resaltará que “el modo en el que escribimos el síntoma que se dice en la lengua, determina la suerte que se le va a dar après-coup al síntoma, cuando éste se presente” y que, en la transformación del síntoma, hay al mismo tiempo “algo fijo, una fijación pulsional, una fijación de goce”. Freud intentó dar cuenta de esta fijación mediante la escritura, primero con su “block maravilloso” y la idea de que es una impresión lo que produce una marca distintiva de la palabra. Sin embargo, Lacan objetará esta metáfora, destacando que esta marca puede ser de distintos tipos. Su idea fue más bien explicar que “el inconsciente freudiano tiene relación con la materia de las palabras”. Para él, la letra es un agujero en el lenguaje, “algo que fue atrapado que no podrá escribirse jamás en la lengua común”, dando cuenta “del modo por el cual algo se fija, al mismo tiempo que algo se desplaza”, lo imposible de decir, que puede sin embargo ser atrapado por un cierto modo de consideraciones lógicas. Se trata aquí de una escritura que permite captar la particularidad de un síntoma.
Al mismo tiempo, Laurent destacará a qué punto toda clasificación engendra inmediatamente inclasificables, afirmando que “este inclasificable en un sistema determinado, es un efecto de escritura”. Subrayará cómo el sistema de clasificación de Freud se vio absolutamente estropeado en 1914 al conocer al Hombre de los Lobos, un “sujeto muy fuera de la norma, muy particular”, momento a partir del cual el principio de Freud será “tomar como punto de referencia lo más particular, lo que no entra en las escrituras clasificatorias de la psiquiatría de su tiempo” y subvertirlas, para “llegar a dar cuenta de una particularidad superior”. De acuerdo a Laurent, fue éste el modo en el que Lacan leyó el esfuerzo de Freud y él mismo sostuvo para la clínica psicoanalítica esta incredulidad respecto a las categorías propuestas por la clínica de su tiempo. Se trata de un modo de “transcribir en el psicoanálisis lo que puede escribirse y lo que se le escapa, un goce que está a la vez por todas partes y que no puede decirse en ningún lado”, y que Lacan intentó atrapar para definir el estatuto del fantasma, donde el objeto (a) “es la huella de la fijación misma de lo imposible de decir”. Finalmente, Laurent afirmará que un análisis sirve para “aflojar lo que se presenta como escritura de lectura fija y en ocasiones como programa” y debería llegar a “pluralizar los modos de lectura”, dejando “más posibilidades a la contingencia del encuentro”.

Jacques-Alain Miller - Tres respuestas a La Lettre en ligne (3/10/2007)

Tres puntuaciones surgen en el marco de la publicación del Seminario XVIII de Jacques Lacan, De un discurso que no fuera del semblante.
Con la primera, JAM dará a conocer sus intenciones de aquel entonces relativas al establecimiento de los 25 libros, destacando la perspectiva que surge con la ultimísima enseñanza: “es realmente Lacan contra Lacan. […] Lacan liquida todo lo que precede: es un serial killer, o incluso es un mass murder. […] Como no hay instrucciones de uso, creo que se volverá un emporio para los exégetas del futuro: ¿qué sentido darle?”.
La segunda respuesta se sitúa en torno a los términos discurso y semblante, subrayando que si “Lacan sueña con un discurso que, como excepción, no partiría del semblante sino, sin duda, de lo real – de un real desnudo, crudo, primario, pre-semblante”, esto es, de cierto modo, lo que intenta con su ultimísima enseñanza: “imaginar lo real, rechazando todos los discursos por considerarlos semblantes”. En este sentido, resaltará el antes y el después que ubica en Lacan a partir de mayo del ’68, momento en que pasa a psicoanalizar al psicoanálisis, lo que supone que el psicoanálisis mismo es relativizado.
En tercer lugar, se preguntará si existe verdaderamente para el discurso analítico algo como una “palabra inédita”, y lo sopesará tanto del lado del analista como del analizante. JAM advertirá que los psicoanalistas están en el semblante hasta el cuello, dado que dependen de una tradición, del prestigio social, de remilgos varios, a tal punto que “tiene mucho mérito” cuando un analista “intenta rescatar algo y hacer avanzar un poquito las cuestiones del saber”. Pero también indicará que todo ese semblante esta en vías de reducción acelerada debido a una entropía propia del psicoanálisis, de una lógica infernal que le es interna: “poniendo el know how al alcance de todo el mundo, se vacía al saber de la eficacia que tenía su oscuridad”. JAM no dejará entonces de preguntarse hasta cuándo podrá la Escuela “preservar algunas posibilidades de elaboración auténtica de saber, y también algún prestigio social”.


François Ansermet - Paradojas de los signos discretos en la psicosis ordinaria (2/7/2016)

Se trata de su conferencia durante el XIV Congreso de la NLS, “Signos discretos en las psicosis ordinarias. Clínica y tratamiento”, en la que se abocará a localizar la paradoja de “la carta robada respecto a dichos signos: a menudo, no vemos lo que es lo más evidente, y tan pronto como los reconocemos, ya no podemos considerarlos discretos. Afirmará que dicha detección es fundamental tanto como consideración clínica como de sociedad, y propondrá como orientación “distinguir el signo discreto de y en la solución que ella engendra, que puede al mismo tiempo volverse una solución discreta.” Así, ubicará soluciones tomadas en las trampas de prêt-à-porter” identitarios, mediante las cuales el impasse del sujeto se vuelve colectivo, y soluciones puestas a disposición mediante los desarrollos contemporáneos de las biotecnologías, situando diversos modos por los cuales algunos sujetos “se regocijan al entregar sus cuerpos a la medicina y sus nuevas tecnologías”. Estas biotecnologías “desembocan en un mundo inventado, inédito”, cuyas temáticas en juego alcanzan “guiones imaginarios clásicos característicos de las construcciones delirantes de la psicosis”.
Subrayará de este modo estos “dos vacíos que se hacen pantalla”: (1) el de las consecuencias del no reconocimiento actual de la psicosis, y (2) el de un uso “psicótico” tanto de las identidades como de las biotecnologías. Es la intersección entre ambos la que “hoy debería ser interrogada de un nuevo modo a partir de la psicosis ordinaria y de los signos discretos”.


Jacques-Alain Miller, Éric Laurent & Gilles Chatenay - El cálculo de lo mejor: alerta sobre el tsunami digital (2005)

Conversación publicada en Multitudes -revista política, filosófica y cultural-, en la que Laurent partirá afirmando que “ingresamos verdaderamente en la constitución de una biopolítica”, una voluntad de controlar mediante lo digital promoviendo el cruzamiento de archivos, que “responde a una ideología cientificista perniciosa y a una eugenesia”. Y destacará que, en el pasaje a la efectividad de esta técnica, nos encontramos frente a una “ensordecedora ausencia de reacción”. Es por eso que llama a que un debate público comience a tomar forma sobre esta cuestión. Se señalará que, “en la medida en que el poder digital crea un espacio común de información, surge la necesidad de reconstruir la privacidad”, y esto supone una reconstrucción de las categorías políticas.
Para Chatenay, el 11 de septiembre de 2001 fue un acto político que produjo una báscula. El cerrojo de lo privado saltó en nombre del estado de excepción, y tuvo implicaciones tales que aquello que es privado ya no puede existir, porque es forzosamente sospechoso de terrorismo. A su vez, destacará que “ya no hay más separación entre el orden del lenguaje y el objeto observado” y que ello repercute en la clínica. Laurent precisará que se trata de “la concepción de sí mismo como almacenamiento de memoria”, de allí el engendramiento de una clínica simplificada a procesos cognitivos, que reemplazan todo el saber clínico tradicional.
En cuanto a Miller, localizará que estamos lidiando con lo que llama “el proceso digital”: el viviente fue capturado por lo digital y eso ha tocado la relación del hombre con el significante. Entramos en ese mundo que fue presentido por los artistas, los escritores: “tenemos cada vez más el sentimiento de vivir una novela de ciencia ficción”, admite. Antes de la revolución científica, el significante era el símbolo, pero el significante digital es un significante desimbolizado, desvitalizado y, en efecto, desubjetivado. En esta oleada tecnológica, JAM identifica un resurgimiento del utilitarismo en términos de un “cálculo de lo mejor”. ¿Qué posición tomar frente a este proceso? Primero, adhiere a la idea de Laurent respecto a la necesidad de un debate público que frene el proceso del significante digital mediante el significante retórico. Luego observará que, si la uniformización es la condición de posibilidad del desencadenamiento del proceso digital, hay que ser entonces diferencialista: se trata de todo lo que mediante la diferencia frene el proceso digital. Para ello también abogará por la salvación del catolicismo de Mauriac, Pascal y Péguy, aquel que era humanista y personalista y que hoy se ve dominado por un catolicismo cientificista. Asimismo, señalará que, dado que el objeto a introduce en el cálculo de lo mejor una cantidad profundamente rebelde al cálculo, “el proceso digital llevado al extremo no puede sino producir una exacerbación correlativa de este valor”. En este sentido, si Lacan habla de orden simbólico, propone que “hoy podemos hablar de orden digital”, en el que asistimos a la utilización misma del proceso digital para combatir a los propios sirvientes del proceso digital. Finalmente, afirmará que “no hay que soñar con vencer este proceso” y que, en cambio, se necesita una estrategia de construcción de diques frente al tsunami digital, añadiendo que hay que “creer en la República de las Letras”. Situará que, lo que adelanta Lacan, es que “hay un principio que produce que el cálculo de lo mejor conduzca a lo peor”.

Jacques-Alain Miller - Tres preguntas de Martine Bartholini-Souiex (2/1/2013)

Tres respuestas de JAM que nos sumergen de lleno en diversas consideraciones respecto a las formaciones de grupos suscitadas por las redes electrónicas. Subrayará, primero, que allí la socialidad “está completamente tejida por el significante, un significante tanto más puro cuanto que por el momento carece de auxiliar vocal.” A continuación, se ocupará especialmente del llamado flashmob o multitud relámpago (agrupamientos repentinos y efímeros), de su prehistoria y sus diversas modalidades, extendido luego al plano político, donde en los últimos años se ha puesto en marcha en repetidas ocasiones y diversos lugares. Así, esta práctica de entretenimiento dio lugar a utilizaciones políticas y/o delictivas, consumistas y comerciales. JAM afirma que “se trata de un nuevo tipo de grupos que invita a añadir un capítulo a la Massenpsychologie de Freud”, y emparentará estos “grupos relámpago” a los “grupos en fusión” de Sartre. Tomando diversas referencias, se dedicará específicamente al rol de las redes sociales durante la Primavera Árabe, señalando que este acontecimiento “confirma que el establecimiento de un objeto como denominador común, evocado por Freud para explicar la estructura de grupo, puede perfectamente efectuarse mediante la escritura, y que ésta se encuentra facilitada por la brevedad de los mensajes y la rapidez de las comunicaciones”. Pero destacará cómo significativo el hecho de que “la disolución de la serialidad puramente dispersiva de los internautas y la aparición concomitante de un grupo en vías de constitución no espera a que se hagan presentes los cuerpos”. Finalmente, al señalar la amenaza que este avance constituye para los gobiernos, se aventurará a introducir un nuevo vocablo, “flashguerrilla”, que “pertenece a esta nueva dimensión que, de aquí en más, el ciberespacio proporciona a la guerra”.

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