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Éric Laurent - De la locura de la horda a los triunfos de las religiones (16/1/2016)

La horda freudiana calificaba un pasaje en los modos de organización social, marcado por el asesinato original del padre, que abría paso a la sociedad de hermanos. Laurent encuentra esta sociedad sin padres en torno a quienes perpetraron los atentados parisinos del 13 de noviembre de 2015, y se pregunta cómo describir a estos jóvenes respecto a su modo de formar horda.
Para ello, se sumergirá en una exhaustiva investigación sobre las lecturas actuales respecto al tema. En primer lugar, tomará la radicalización como fenómeno sociológico, contraponiendo las posturas de O. Roy y G. Kepel, que van desde la existencia de “una rebelión generacional” que destaca la dimensión de la fraternidad de goce, a la idea del síntoma de una ‘ciudadanía incumplida’ en las poblaciones inmigrantes no integradas en Europa, “maduras para una forma de rebelión que tomará el lenguaje del islam”. En segundo lugar, Laurent indagará la radicalización como fenómeno psicológico, es decir, como fenómeno de reclutamiento o de influencia, respecto a lo cual se destacará que “los nuevos conversos pueden ser de orígenes culturales muy diversos”, al mismo tiempo que se rechazará el lazo entre delincuencia y radicalización, y entre religión y radicalización, y se establecerá una analogía entre los fenómenos de radicalización y los de sectarismo, en tanto se construyen “en ruptura con la sociedad” y se cristalizan “en torno de una ideología y de una modalidad extrema de la creencia”. En tercer lugar, tomará la radicalización en su relación con la economía, para indicar que “la idea según la cual la miseria o el analfabetismo serían factores explicativos de la violencia no se sostiene”. De este modo, las explicaciones sociológicas, psicológicas y económicas de los modos de constitución de la horda tropiezan con el misterio de la conversión que opera para algunos y no para otros. Por ello, muchos concluyen que “los terroristas son sujetos normales de los cuales nada en particular puede decirse”, o bien que “hay tantas causas profundas del terrorismo como expertos en ciencias sociales”, lo que equivale a decir que “no hay causas sociales para el yihadismo”. Se encuentra allí un debate abierto desde el juicio a Eichmann, y que condujo a H. Arendt a hablar de la ‘banalidad del mal’. Laurent tomará entonces autores que examinan los lazos entre radicalización y fascismo, “a partir del lazo entre rechazo del capitalismo global y procesos de fascistización”.
Luego, propondrá considerar a la religión como “un lazo social de pleno derecho y no como un pretexto” para tomar en cuenta “la relación entre la especificidad del discurso teológico y su anclaje en una martirología renovada”, re-examinando con el psicoanálisis este lazo particular del triunfo de la religión sobre la muerte y su relación con el crimen originario. Así, ubicará que la solución cristiana anuda al Dios y al padre, mientras que la elaboración islámica los separa radicalmente. Se trata de una ontología que “establece una ecuación entre Dios y Ser, entre el Uno y la identidad de lo real”. Como afirmó JAM, Alá “es el Dios Uno y único, y es un Uno absoluto, sin dialéctica y sin compromisos”.  El Dios del islam aparece como una crítica al padre. El islam es una religión del hijo, en la medida en que es salvado de su propio padre. La umma islámica privilegia el lazo entre hermanos, respecto a lo cual se plantea la “sustitución del Otro como tal por la noción freudiana de sociedad de hermanos”. 
Finalmente, ubicará que en los años ’70 Lacan se refería al triunfo de la religión en singular, dándole al catolicismo el lugar de “la verdadera religión”, mientras que ahora JAM nombra el “triunfo islamista”, mostrándonos que hay que hablar de triunfos de las religiones en plural, incluso también del triunfo judaico. “Estos triunfos son tanto los que serán compatibles con la sublimación como los que se oponen a ella celebrando la pulsión de muerte. Deberemos tenerlos en cuenta en su pluralidad y su diversidad a lo largo del siglo. Como paso previo, hay que renunciar a la ilusión de un sentido único de la historia hacia la secularización.


Catherine Millot - Pasión de Lacan. La lógica y el amor (13/4/2001)

Usted no es la única, eso no la vuelve menos sola”, es la frase que le dirigió Lacan, una de aquellas que “tenían el arte de poner en continuidad el adentro y el afuera, como esos objetos topológicos rebeldes a la imaginación […] para deshabituarlo a uno de la manía de comprender”.
A partir de ubicar las coordenadas bajo las cuales se decidió para ella la transferencia al psicoanalista, observará que Lacan no dejaba de hablar del amor y de la lógica, interesándose en sus impasses y paradojas, en los agujeros por los cuales se evacuaba el sentido y desaparecía la esperanza de establecer relación alguna entre hombres y mujeres. Lacan entonces nos invitaba a inventar otra lógica que partiese de lo imposible. Nos liberaba así “de la comprensión y de la obsesión de encontrar un remedio para todo”, en una época en la que se amaban los agujeros. Destacará que “el espacio que se había abierto, hoy se volvió a cerrar” y que la época actual se caracteriza por “el aburrimiento con el que nos abruman sempiternos problemas que reclaman sus soluciones”. En cambio, es en los parajes de la transferencia como apuesta donde podía encontrarse “lo que Lacan llamaba el verdadero amor, que nace de los signos de lo que en cada uno marca la huella de su exilio.”  
               

Clotilde Leguil - El odio es sin razón, pero no sin objeto (18/12/2015)

A partir de los recientes atentados en París y de su lectura del último libro de J. Rogozinski sobre la lógica del odio, Leguil se propone dar cuenta de un enfoque que no verse sobre las causas que podrían esclarecer el fenómeno del terrorismo y que, junto a toda una perspectiva sociológica, conduciría a tratar de legitimar un odio que no tiene razón.
Sosteniendo que ninguna causa del mundo permite explicar el yihadismo, hará hincapié en que si bien el odio no tiene causa, “es del orden de un afecto en el fundamento mismo de la pulsión, [] está en el corazón de la topología subjetiva y testimonia de esta relación, a la vez de proximidad y de rechazo, que el sujeto puede mantener con la figura del Otro” en su extrañeza o su carácter inasimilable. “El odio engendra la persecución de sospechosos, la legitimación del terror, la teoría del complot y la identificación del enemigo entre nosotros.”
Retomará la advertencia lacaniana “Cuídense de comprender” respecto a “este goce real que irrumpe bajo la forma atroz de pasajes al acto calculados”, sosteniendo que no es tanto cuestión de religión sino de un extremismo pulsional insensato. Volverá entonces sobre el triunfo de la religión augurado en 1974 por Lacan, para proponer que se trata más del triunfo del goce que del monoteísmo, y que tal vez vivimos en una mutación de la religión, donde ésta ya no tendría como función “vincular y hacer lazo social, sino destruir y comandar”. Así, frente a quienes aseguran conocer la fórmula de la felicidad o de la realización del hombre y pretenden imponerla, Leguil nos recordará que, con Freud y Lacan, sabemos que es cuidándonos de conocerla que nos mantenemos a distancia de la lógica del odio. Frente a la certeza de la pulsión de muerte, “preferimos la incierta identidad de nuestro ser”.

Agnès Aflalo - Homo-sexualidad femenina y estrago (25/1/2002)

La autora retoma la distinción de Lacan respecto a situar a una mujer como síntoma para un hombre y a un hombre como estrago para una mujer, para preguntarse cómo definir el partenaire de una mujer homosexual. ¿Es un partenaire síntoma o un estrago? ¿Se lo debe ubicar a partir de la identificación o del régimen del goce?
Examinará esta problemática a partir de dos enunciados de la última enseñanza de Lacan, algunos elementos desarrollados por Miller que esclarecen estos conceptos, y casos de su clínica en los que intentará especificar las particularidades de la vida amorosa de dichas pacientes, a partir de la perspectiva inaugurada por Freud con su joven homosexual.Localizará, junto a Miller, que, en Aún, Lacan muestra que el goce es fundamentalmente autoerótico y el Otro no está allí sino a título de síntoma, en tanto lo que se va a buscar en él es el goce. De este modo, “la relación de pareja implica que el Otro se vuelve síntoma del parlêtre, es decir, un medio de goce” y “es por medio del amor que la apertura al Otro es posible”. Esto implica una nueva teoría del amor en la que “el amor está tejido de goce“ y su matema es S(Ⱥ), ya que “la demanda de amor es una búsqueda infinita de sustancia, sin límites”. Así, el estrago no es simétrico al síntoma puesto que implica que “falta el principio de límite del síntoma”. Aparece más bien como “el reverso del amor, es “goce del dicho amoroso”, “su cara de goce infinito”, y eso porque “la acentuación de la demanda de amor conduce al estrago”. De este modo, “la pérdida de amor equivale para una mujer a la castración”. Destaca que, en la mujer, la posición de ser amada se encuentra reforzada por estructura y el estrago es entonces una consecuencia de la sexuación femenina, es transestructural y uno de los nombres del goce femenino. Afirmará entonces que “las mujeres son el sexo débil respecto al estrago” y que éste se acentúa “por toda causa que refuerce la demanda de amor”. En este sentido, propone “considerar al estrago femenino como una enfermedad del amor”.  


Marie-Hélène Brousse - Las condiciones para una lágrima (7/12/2015)

Es con este bello texto que la autora se pone a escribir luego de los atentados parisinos del último noviembre. Como lo enuncia en su título, nos hará recorrer las coordenadas por las cuales, como si de una viñeta clínica se tratara, una sujeto en singular “que casi nunca llora, cinco veces en su vida”, se ve sorprendida por una lágrima en su mejilla.
MHB nos recordará que “las lágrimas son un enigma del cuerpo hablante” y que son un acontecimiento de cuerpo. Entonces nos hablará de “Le Metope del Partenone”, un espectáculo de Romeo Castellucci cuya presentación en París tuvo lugar inmediatamente después de los atentados y que contenía imágenes idénticas a aquellas que los parisinos acababan de vivir. Es durante esta representación que la lágrima inoportuna encuentra su condición de aparición. La autora resaltará con Castellucci que “la escena es el lugar erróneo por definición”. Allí aparece la muerte como fenómeno de cuerpo que no tiene responsable ni testigo, que es fuera del Otro, fuera de sentido. MHB afirmará entonces que las lágrimas son producidas por la pérdida del sentido, pérdida raramente padecida en la realidad, donde la mezcla de imaginario y simbólico recubre para el parlêtre lo real del cuerpo vivo. Dirá que las lágrimas son allí “la manifestación de esta necesidad más fuerte de ex-istir, cuando se enfrentan al ‘Sería mejor no existir’. […] La lágrima era el triunfo del “estar ahí” del cuerpo hablante, en este momento de nuestra historia, pese a la discordia de los discursos.



Éric Laurent - Urgencias subjetivas de la guerra en tiempos de paz (17/11/2015)

Escrito pocos días después de los recientes atentados parisinos, Laurent sitúa al “estado de urgencia” como un significante amo que se encuentra tanto a nivel del Estado como de los sujetos conmovidos por la muerte imposible de subjetivar. Destacará también que es la generación de entre 20 y 35 años la que fue realmente conmovida, y apelará a la reflexión de Gilles Kepel, especialista en Yihad, quien afirma que los atentados indiscriminados procuran tanto provocar a los pogromos, como apuntar a una juventud dentro de la cual captar correligionarios a los que alistar a sus filas. Laurent, por su parte, destacará que “no se trata solamente de la identificación a una causa como reacción tras el trauma”, sino que está el modo en el que cada uno hace pareja con la causa misma.
Identificará tres modos de vivir la pulsión tras el trauma, que se hicieron presentes durante los últimos días, en los que la gente no dejó de agruparse, a pesar de la prohibición que implicaba el estado de urgencia. El primero, se trata de la repuesta al terror como un grito silencioso, como pura enunciación, antes de que toda palabra pueda ser recobrada, como modo de dar lugar a afectos contradictorios. El segundo, la verbalización del trauma, volviendo a los lugares de los acontecimientos para encontrarse con otros que vivieron lo mismo. El tercero, revela el hecho de que, en dicha peregrinación, está también la voluntad de revivir algo de ese horror al modo del fort-da: participar de él manteniéndose a distancia, un ida y vuelta con el objeto de horror.
Finalmente, se pregunta por las intermitencias en el goce de matar y de hacerse matar de las cuales nada dice el supuesto “perfil” de los kamikazes, y se interroga acerca de cómo, a partir del semillero común en el que éstos se entrenan, se puede dar cuenta de la diferencia de sus comportamientos en el horror, y si acaso no habría que suponer pulsaciones subjetivas en aquellos que pretenden volverse puras máquinas de la muerte.  


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