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Éric Laurent - “El inconsciente es la política”, hoy (23/06/2015)

Tomando como punto de partida esta frase de Lacan comentada por Miller en una conferencia en Milán en 2002, puntualizará algunas reflexiones que se desprenden de dicha intervención, sosteniendo que éstas ya anunciaban sus desarrollos recientes en la presentación del próximo congreso de la AMP, en torno a la voluntad de Lacan de sustituir al inconsciente freudiano por el término de parlêtre.
Laurent afirmará que en aquel entonces Miller ya hacía hincapié en el inconsciente político, retomando la formulación de Lacan acerca de que “el Otro es el cuerpo”. El cuerpo como Otro encontrará todo su desarrollo en la última enseñanza. El enfoque por el parlêtre permite retomar el comentario de “el inconsciente es la política”, a partir del acontecimiento de cuerpo. “El cuerpo hablante viene siempre a oponerse al cuerpo del individuo. Habla y testimonia del discurso como lazo social que viene a inscribirse sobre el cuerpo.” Luego, refiriéndose a la relación al trabajo de la modernidad, subrayará que “el cuerpo sufriente no solo es transindividual, está también más allá de la dimensión psicológica”. Finalmente, situará que “la creencia en el acontecimiento de cuerpo implica que solo tenemos elección entre la debilidad de la creencia en el cuerpo y el imaginario agujereado que implica, y el delirio. Esta perspectiva clínica es, al mismo tiempo, altamente política. Limita las pretensiones del discurso del amo.


Jacques Lacan - El malentendido (10/06/1980)

Última clase de Lacan, previa a su encuentro en Caracas con quienes aquí llama sus “lacanoamericanos”. Dirá que “este seminario, lo sostengo menos de lo que me sostiene”, y que lo sostiene por el malentendido. “Soy un traumatizado del malentendido”, afirmará. “Traumatismo, no hay otro que el del nacimiento: el hombre nace malentendido”. Analogará el inconsciente al malentendido, indicando que la hazaña del psicoanálisis es explotarlo. Entonces, se preguntará “¿qué son todos ustedes sino malentendidos?”. Así, podrá indicar que “el cuerpo no hace aparición en lo real sino como malentendido, […] es el fruto de un linaje del cual una buena parte de sus desgracias se debe a que éste ya nadaba en el malentendido tanto como le era posible”. De este modo, subrayará que “el malentendido ya está desde antes” en la medida en que formamos parte del parloteo de nuestros ascendientes. “No hay otro traumatismo del nacimiento que nacer como deseado”. El cuerpo vehiculiza un malentendido consumado. Se referirá entonces al principio de la familia.
Asimismo, encontraremos aquí alusiones a la función de la revelación en la religión, y a la comunicación científica como distinta del diálogo, al que define como “comunicación sensata”. Finalmente, distinguirá al saber inconsciente del saber de Dios, hasta preguntarse: “¿Cree Dios en Dios?”. Y es aquí donde dará a conocer el título del seminario que con esta clase concluye: “Disolución”.  

Hélène Bonnaud - Sueños con cuerpos

La autora propondrá que el sueño es la vía regia para decir el cuerpo que se goza, destacando que “lo que los sueños nos dan a leer es lo que el sujeto no puede decir sobre su propio goce”.
En primer lugar, se referirá a los sueños donde el cuerpo resulta ser una imagen sublimada que interpreta el deseo del sujeto acerca del cuerpo que le gustaría tener, mostrando a su vez la insatisfacción respecto a la propia imagen. “El sentimiento de vergüenza sobre el cuerpo da cuenta de que éste no es una imagen desencarnada sino que está capturado por el lenguaje”, afirmará. Así mismo, sostendrá que la experiencia del análisis modifica la imagen del cuerpo, permitiéndole al sujeto investirlo de un modo diferente, servirse de él de otra manera, volverlo más abierto al deseo.
Luego, se abocará a las pesadillas en las que las imágenes del cuerpo surgen en situaciones de desmembramientos. Subrayará que, cuando la imagen del cuerpo aparece fragmentada, es la vida la que es afectada, recordando el poder del real de la muerte en el inconsciente. Estos sueños pueden poner en evidencia la angustia de castración, pero también dar a leer un real traumático, como el de la Shoah.
Finalmente, retomará dos sueños que abordan el goce femenino a través de metáforas propias a su escritura, uno de una analizante de Lacan y otro de una de Miller, que muestran el poder del significante para hablar del cuerpo gozante y cómo el sueño, por medio de la interpretación del analista, da a leer ese cuerpo que se goza.

Susanne Hommel - La división del sujeto de un país a otro, de una lengua a otra, de un hambre a otro (2015)

Recordamos a Susanne Hommel por su inolvidable anécdota con Lacan, quien con una caricia en su mejilla hizo del horror de la Gestapo un geste-à-peau [gesto en la piel] (ver video). Esta vez, un texto escrito también en primera persona, a partir de lo que enuncia como «la pérdida de una lengua cuando se ha emigrado del país de nacimiento» y de la prohibición respecto a que los alemanes víctimas, como ella, de los horrores de la guerra, se dijeran tales.
Nos traerá entonces tres anécdotas conmovedoras. La del hambre de una sobreviviente de Auschwitz, la de su propia huída de Dresde poco antes del bombardeo, y la de su primer encuentro con Lacan. Hommel se pregunta «¿Cómo separarse de esa posición de víctima, de un goce que se encuentra en el cruce entre el fantasma fundamental y las contingencias de la vida?», y ubicará que el franqueamiento de la posición de víctima se hace en la urgencia, en un corte. Para ella, muy tempranamente, la respuesta a lo atroz se encontraba en el psicoanálisis, y en el pasaje de una lengua a otra. «En instantes de corte, entre una lengua y otra, hay un arrancamiento respecto a ese goce de víctima. […] Es por esta vía que el sujeto encuentra su dignidad.»

Marie-Hélène Brousse - Lo que el psicoanálisis sabe de las mujeres como ‘género’ (19/03/2015)

Esta vez, la exposición presentada durante el evento paralelo de la AMP, en ocasión de su participación en la 59° sesión de la Comisión de la Condición de las Mujeres (CSW) de la ONU-Mujeres. Brousse se propone «transmitir algunas luces que el psicoanálisis puede echar sobre las discriminaciones que sufren las mujeres», a la vez que afirmará que «la contribución del psicoanálisis a la causa de las mujeres consiste en darles la palabra, en escucharlas testimoniar, una por una, en su diversidad, acerca de sus dificultades con lo que piensan que es lo femenino […] para encontrar soluciones susceptibles de satisfacer a los sujetos.» Sostendrá que el psicoanálisis trata la cuestión del género por la vía de las identificaciones, y que las identificaciones sexuales conciernen a dos registros: lo simbólico y lo imaginario.
En cuanto al orden simbólico, «define categorías de discurso que prescriben lugares, roles sociales, así como modos de gozar diferenciados». Dichas categorías estaban hasta hace poco determinadas por la estructura familiar, de acuerdo a la cual las mujeres eran definidas por un cierto número de funciones que se imponían a los sujetos (hija, hermana, esposa, madre), mientras que, desde hace algunas décadas, se presenta una «fragilización de las identificaciones tradicionales», pareciendo posible que «padre no coincida necesariamente con hombre y madre con mujer». Respecto al registro imaginario, se trata de identificaciones a categorías que remiten a la imagen del cuerpo, que en la especie humana son redobladas o corregidas por las marcas sociales. Finalmente, con relación a los avances de la biología, dirá que, a nivel de lo real, «lo masculino y lo femenino se reducen a células y se emancipan de las referencias exclusivas que constituían anteriormente la imagen global del cuerpo y el discurso el amo».
Por último, destacará que estos cambios de paradigma del discurso se acompañan de deseos nuevos y síntomas inéditos, y que es en ese nivel individual en donde interviene el discurso analítico, ofreciendo «un espacio de palabra que puede hacer caer las identificaciones obsoletas ligadas a enunciados y a imperativos congelados», volviendo posible elecciones decididas en función del real al que cada uno se confronta. La experiencia analítica, en lo que concierne al género, está organizada por este principio: «cada uno debe construir su propia definición del género».   


Jacques-Alain Miller - En dirección a la adolescencia (21/03/2015)

Se trata del texto orientador para la 4° Jornada del Institut de l’Enfant. JAM plantea que la definición de la adolescencia es controversial y que, de un modo general, es una construcción. En cuanto a qué es la adolescencia en psicoanálisis, señalará que nos ocupamos esencialmente de tres cosas: de la salida de la infancia, es decir, de la pubertad como momento de la entrada en cuenta del cuerpo del Otro entre los objetos del deseo; de la diferenciación sexual, en tanto la pubertad representa una escansión en la historia de la sexualidad; y de los modos de articulación del yo ideal y el ideal del yo, respecto a lo cual destacará la intromisión del adulto en el niño.
Por otra parte, aludirá a los aportes introducidos por colegas contemporáneos. A partir de ellos, destacará primero que la adolescencia es una procrastinación. Observará que actualmente se caracteriza por una autoerótica del saber, según la cual el saber está en el bolsillo y no se va más a buscarlo al campo del Otro. Al mismo tiempo, ésta está vinculada a una desidealización, es decir, la caída del gran Otro del saber, respecto a lo cual situará que hoy la pubertad comienza con la realidad inmoral del Otro del complot. Asimismo, se referirá a la adolescencia como momento en el que la socialización del sujeto puede hacerse bajo el modo sintomático. Y, por último, subrayará un doble llamado al Otro tiránico, tanto por parte de los adolescentes como por parte de la sociedad, en su deseo de tiranizar la adolescencia en crisis. 
Finalmente, resaltará que es sobre los adolescentes que se sienten más intensamente los efectos del orden simbólico en mutación, principalmente la decadencia del patriarcado y la destitución de los registros tradicionales que enseñaban lo que convenía hacer para ser un hombre o una mujer, lo cual produce en ellos profundos efectos de desorientación. Y, respecto a esto, destacará que el islam, en tanto permaneció intocable frente a las mutaciones del orden simbólico y es especialmente adecuado para dar una forma social a la no relación sexual, se presenta como un verdadero salvavidas para los adolescentes. A diferencia del dios judeocristiano, Alá no es un padre, es el Uno absoluto, sin dialéctica y sin compromisos. Y el Estado islámico, que es una desviación del islam, aporta una solución original al problema del cuerpo del Otro, que da cuenta de una nueva alianza entre la identificación y la pulsión.


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