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Jacques-Alain Miller, Éric Laurent & Gilles Chatenay - El cálculo de lo mejor: alerta sobre el tsunami digital (2005)

Conversación publicada en Multitudes -revista política, filosófica y cultural-, en la que Laurent partirá afirmando que “ingresamos verdaderamente en la constitución de una biopolítica”, una voluntad de controlar mediante lo digital promoviendo el cruzamiento de archivos, que “responde a una ideología cientificista perniciosa y a una eugenesia”. Y destacará que, en el pasaje a la efectividad de esta técnica, nos encontramos frente a una “ensordecedora ausencia de reacción”. Es por eso que llama a que un debate público comience a tomar forma sobre esta cuestión. Se señalará que, “en la medida en que el poder digital crea un espacio común de información, surge la necesidad de reconstruir la privacidad”, y esto supone una reconstrucción de las categorías políticas.
Para Chatenay, el 11 de septiembre de 2001 fue un acto político que produjo una báscula. El cerrojo de lo privado saltó en nombre del estado de excepción, y tuvo implicaciones tales que aquello que es privado ya no puede existir, porque es forzosamente sospechoso de terrorismo. A su vez, destacará que “ya no hay más separación entre el orden del lenguaje y el objeto observado” y que ello repercute en la clínica. Laurent precisará que se trata de “la concepción de sí mismo como almacenamiento de memoria”, de allí el engendramiento de una clínica simplificada a procesos cognitivos, que reemplazan todo el saber clínico tradicional.
En cuanto a Miller, localizará que estamos lidiando con lo que llama “el proceso digital”: el viviente fue capturado por lo digital y eso ha tocado la relación del hombre con el significante. Entramos en ese mundo que fue presentido por los artistas, los escritores: “tenemos cada vez más el sentimiento de vivir una novela de ciencia ficción”, admite. Antes de la revolución científica, el significante era el símbolo, pero el significante digital es un significante desimbolizado, desvitalizado y, en efecto, desubjetivado. En esta oleada tecnológica, JAM identifica un resurgimiento del utilitarismo en términos de un “cálculo de lo mejor”. ¿Qué posición tomar frente a este proceso? Primero, adhiere a la idea de Laurent respecto a la necesidad de un debate público que frene el proceso del significante digital mediante el significante retórico. Luego observará que, si la uniformización es la condición de posibilidad del desencadenamiento del proceso digital, hay que ser entonces diferencialista: se trata de todo lo que mediante la diferencia frene el proceso digital. Para ello también abogará por la salvación del catolicismo de Mauriac, Pascal y Péguy, aquel que era humanista y personalista y que hoy se ve dominado por un catolicismo cientificista. Asimismo, señalará que, dado que el objeto a introduce en el cálculo de lo mejor una cantidad profundamente rebelde al cálculo, “el proceso digital llevado al extremo no puede sino producir una exacerbación correlativa de este valor”. En este sentido, si Lacan habla de orden simbólico, propone que “hoy podemos hablar de orden digital”, en el que asistimos a la utilización misma del proceso digital para combatir a los propios sirvientes del proceso digital. Finalmente, afirmará que “no hay que soñar con vencer este proceso” y que, en cambio, se necesita una estrategia de construcción de diques frente al tsunami digital, añadiendo que hay que “creer en la República de las Letras”. Situará que, lo que adelanta Lacan, es que “hay un principio que produce que el cálculo de lo mejor conduzca a lo peor”.

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