Con diversos ejemplos clínicos, afirmará que “la característica de la astucia es mantener juntos lo sexuado como discurso del inconsciente y su vía de verificación dedicada a captar dónde la ficción tropieza y lo que la detiene”. Se trata de una objeción silenciosa: no pone bajo cuestionamiento la ley universal como tal, sino que se apoya en su formulación para revelarla como ficción, al mismo tiempo que reintroduce allí una dimensión que dicha ley ignora. “No un deseo fuera de la ley, sino un deseo a pesar de la ley.”
Tanto en la astucia como en el estrago, encontramos que “lo que no puede escribirse, puede decirse bajo la forma de un discurso que produzca el lazo sexuado”. Pero, “contrariamente a la solución astucia, la elección del estrago ataca el valor fálico que el objeto tiene para el sujeto, y funciona disociando los objetos a de su valor fálico. Es entonces una mortificación del falo, en la cual el imperativo superyoico de goce acaba con el deseo y su causa. […] Es el asesinato del cuerpo vivo por medio del verbo, sin el recurso al corte fálico efectuado por la nominación.”
Si la astucia y el estrago se sitúan en el campo del decir, por su parte, el arrebato “se orienta hacia lo que de La mujer no puede decirse, hacia los límites que en ese punto encuentra el discurso mismo.” De este modo, atañe al no-todo y, entonces, no necesariamente toma apoyo en el valor fálico del objeto a. Aquí, una vacuidad del cuerpo del orden de lo indecible busca escribirse. “Ese vacío que se inscribe no es del orden de la relación, incumbe más bien a una tentativa de soldadura.” MHB destacará cómo la escritura parece un elemento asociado esencial para esta solución, de modo que el arrebato aparecería como “la elección de volverse un cuerpo con lo simbólico, desaparecer soldándose a él”.
Así, “estas tres soluciones intentan hacer ingresar al campo del discurso, pese a la ley sexual, aquello que le es heterogéneo”.