En este texto, Éric Laurent retoma la conversación de una mesa plenaria de PIPOL 7 sobre “Radicalización”, respecto al lugar del discurso del psicoanálisis frente a estos fenómenos. Se destacará el fracaso de los discursos de la psicología y la sociología para caracterizarlos, indicando en cambio que “el psicoanálisis es el que aborda un real, más allá del punto en el que los discursos establecidos no logran situar el lugar de los fenómenos. Lo abordamos como un punto en el que se anuda la problemática de la religión como máquina de producir sentido, pero sabiendo que tiene en su corazón un punto de sinsentido, fuera de sentido”. En relación a esto, propondrá discutir la expresión “vengar mi vida” empleada por los jóvenes que se sacrifican, resaltando que se trata también de “restituirle el sentido”, lo cual está en el corazón del dispositivo religioso. Se abocará entonces a la cuestión del goce de quien se autodestruye, como aquel que le permite al sujeto unirse a “un mundo en el que el ideal del yo empalidece ante el ascenso al cénit del objeto a”. Es decir, se trata aquí de “una alteración particular de los ideales que no se sostiene sino por un empuje a gozar”. Más tarde, situará que el operador que da sentido no es solo la verdad, es también el tiempo, determinante en nuestra relación a lo real. El tiempo judío, el cristiano y el musulmán revelan modos muy distintos de estar sumergido en el Ser y, especialmente, relaciones distintas al tiempo, que en el islam se especifican como una del “retorno al origen”. Finalmente, observa que dicha dimensión debe ser puesta en relación y distinguida respecto a “los efectos específicos de la radicalidad del Uno del islam”.
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