La autora propondrá que el sueño es la vía regia para decir el cuerpo que se goza, destacando que “lo que los sueños nos dan a leer es lo que el sujeto no puede decir sobre su propio goce”.
En primer lugar, se referirá a los sueños donde el cuerpo resulta ser una imagen sublimada que interpreta el deseo del sujeto acerca del cuerpo que le gustaría tener, mostrando a su vez la insatisfacción respecto a la propia imagen. “El sentimiento de vergüenza sobre el cuerpo da cuenta de que éste no es una imagen desencarnada sino que está capturado por el lenguaje”, afirmará. Así mismo, sostendrá que la experiencia del análisis modifica la imagen del cuerpo, permitiéndole al sujeto investirlo de un modo diferente, servirse de él de otra manera, volverlo más abierto al deseo.
Luego, se abocará a las pesadillas en las que las imágenes del cuerpo surgen en situaciones de desmembramientos. Subrayará que, cuando la imagen del cuerpo aparece fragmentada, es la vida la que es afectada, recordando el poder del real de la muerte en el inconsciente. Estos sueños pueden poner en evidencia la angustia de castración, pero también dar a leer un real traumático, como el de la Shoah.
Finalmente, retomará dos sueños que abordan el goce femenino a través de metáforas propias a su escritura, uno de una analizante de Lacan y otro de una de Miller, que muestran el poder del significante para hablar del cuerpo gozante y cómo el sueño, por medio de la interpretación del analista, da a leer ese cuerpo que se goza.