Se propone avanzar sobre esta cuestión a partir de la perspectiva introducida por un informe del cartel del pase que sostiene que «ir más allá del Edipo es la condición sine qua non para acceder a la feminidad». Para ello, toma apoyo en dos casos clínicos.
El primero, extraído de su práctica analítica, se trata de una joven que atraviesa un momento en el que «se ve confrontada a lo que, de la feminidad, sería para ella un impasse», del cual pretende aislar las coordenadas lógicas, ubicando que su punto de tope concierne a lo que hay de goce de lalengua en el goce materno, a «lo que de la pulsión rechaza al significante».
El segundo caso, se trata de un testimonio del pase de Elisa Alvarenga, al que Naveau convoca como punto de franqueamiento, como una salida del impasse, donde expone que la operación que se produce para ella en el momento del fin de análisis concierne a perder una relación especial a la falta para dejarla advenir como síntoma, operación que tiene efectos reales sobre el goce. Evoca al mismo tiempo su relación al saber, que pasa de un saber fálico, que apuntaba al todo, a un saber sobre lo indecible de la feminidad, que tiene en cuenta el no-todo femenino. La mujer se desdobla, es no-toda en la relación al falo, y puede encontrar una satisfacción en una relación especial a un significante del Otro barrado sobre la que nada puede decir, un estilo de relación como la que nos liga con Dios, que tampoco puede decirse, pero que se experimenta.