El primero, se trata de un sujeto cuyo modo de hablar le es particular y consiste en un cierto manejo de la repetición, que practica de modos variados, donde el síntoma que le es singular es «mas bien decirlo dos veces que una», «invención cuyo recurso es el dualismo que caracteriza al lenguaje». Allí «el traumatismo de la lengua se manifiesta [...] de un modo paradojal. Es la lengua que habla sola a pesar de él. La lengua en cierto modo goza de sí misma. [...] El instrumento de este goce es una suerte de automatismo de repetición.»
En el segundo sujeto, se presenta un acontecimiento de cuerpo ligado a su negativa a ir a clases o al hospital: no logra levantarse por las mañanas, no consigue poner su cuerpo en movimiento. «Es, ciertamente, un síntoma, pero que constituye un hallazgo subjetivo.» Su negativa es «la manifestación de un agujero en el lenguaje», atañe al acto de enunciación, «es el retiro de la palabra lo que provoca esta imposibilidad de entrar en el mundo».
La tesis de Naveau es que se trata en ambos casos de síntomas graves considerados por el discurso médico-social como discapacidades. Pero que, en cambio, desde la perspectiva psicoanalítica, respecto a la estructura del lenguaje, pueden ser abordados como una clínica de invenciones y hallazgos.