A la vez, destaca que en este pasaje desaparece la oposición fundamental que suponía el veneno y que era la lógica del pharmakon: mientras el tóxico está en una lógica causa-efecto lineal, el veneno implica una dialéctica, siendo a la vez causa de la muerte y salida posible.
Ansermet retoma finalmente el estatuto de veneno de la palabra del padre de Hamlet, para señalar el hecho de «que un sujeto sea sometido al veneno de la palabra [...] no quiere decir que se encuentre atrapado para siempre.» La apuesta del psicoanálisis es que pueda hacer de este veneno su propio remedio, servirse de él para inventarse su salida singular.