Destacará la importancia de retomar la cuestión de la intuición freudiana de la pulsión de muerte, señalando que hay mucho por hacer sobre este punto, y que ya Freud lo pensaba como algo que irrumpe en un «biologismo que obstruye demasiado».
Así, subrayará la relación entre el hombre y la muerte, enunciando que «en el campo biológico el hombre se distingue en que es un ser que se suicida, que tiene un superyó» y que, a la vez, se especifica por el hecho de que « es el animal que sabe que morirá, que es un animal mortal».