
Primero, se retractará en relación a la idea de que el onirismo fuese análogo al delirio. Luego, planteará, por una parte, que «el onirismo es una experiencia vivida más pasiva que el sueño», pero que «en uno y otro caso se trata de vivido puro».
Por otro lado, emparentará al relato del sueño y al delirio, postulando que «el relato del sueño hecho après-coup me parece ser un pequeño delirio bien sistematizado que se aleja tal vez tanto del sueño mismo como el delirio del onirismo. Se trata en ambos casos de dos registros diferentes, el de lo puro vivido y el de la actuación.»