«Si no se puede hacer de Lacan una estatua, si nunca se puede recuperarlo y meterlo en alguna parte, en una necrópolis de un saber establecido, es también porque Lacan no rechaza pregunta alguna y nunca nos pide echar un velo púdico sobre aquello que deseamos preguntarle.»
Convocado a dar una conferencia, opta en cambio por ofrecerse a ser interrogado, interesándose especialmente en los problemas internos de la Escuela. Veremos aquí los distintos temas a los que es convocado a hablar.
Sobre el analista, reflexiona: «casi cualquiera puede declararse analista, [pero] el analista, eso tiene para mí un sentido muy problemático. [...] Es necesario primero que esa posición sea [...] ocupable. Esto hasta deja una duda sobre la existencia del analista. Finalmente, ¿a partir de cuándo hay un analista?» Y, más tarde: «Me veo poco incitado a pensar que para ser analista eso deba ligarse a una aptitud [don]. Por lo tanto, pienso que lo más verosímil es que sea un cierto tono [ton]. Es incluso absolutamente opuesto a la función analítica, es que eso no nos viene del cielo.»
Lo que lo lleva a pensar en el pase: «el testimonio del interesado [...] no es por supuesto testimoniar de aquello que es ser analista, puesto que es precisamente eso lo que está en suspenso. [...] Dónde él está en el momento en que, o bien eso se confirma, o bien eso simplemente se afirma, eso que lo ha hecho desear ocupar esa posición.» «Es que los pasantes llegan allí, por esta experiencia del pase, a un resultado absolutamente no creíble, a una precipitación de un montón de cosas que estaban ahí aún en suspenso en su análisis.»
Plantea que, para el discurso analítico, haría falta todo un otro modo de reproducción, distinto al del discurso del amo. «El discurso analítico [...] es el testimonio de que algo se aclara por lo real». ¿Qué es lo que el analista investiga? «La gente que es enredada de un modo distinto al que se cree. Se llama a eso neurosis. » Y luego: «la referencia del discurso analítico es propiamente hablando el goce y no uno cualquiera, es el plus de goce. [...] El goce es un mandamiento [...] imposible de satisfacer. »
Habla también del racismo («todos [...] somos racistas»), del grupo analítico («es aquello que habría que evitar»), de la función de obediencia como lo que liga el discurso del amo, de sus cuadrípodos, de Freud como fragmentario, del lugar de la formación universitaria en la formación del analista («¿acaso hay objeción a una formación universitaria para entrar en la Escuela?»), de la neutralidad analítica como una forma de coartada, de la agresividad, de la noción de resistencia, del declinamiento del complejo de Edipo, del superyó como «el nudo de los nudos», de la vertiente femenina del acto analítico, de la esquizofrenia como «cuerpo sin órgano» en tanto el lenguaje es el órgano por excelencia.
¡Buena lectura!